Aquí, todas tus cartas (en
sus pliegues ya se derriten
las huellas del impetuoso
lápiz). Durante el día, doblándose,
duermen entre flores
secas
en mi cajón perfumado, y
a la noche salen.
Semidiáfanas y débiles,
se deslizan,
se enredan sobre mí,
como mariposas: atrapo
una con los dedos,
a través de ella miro la
noche azul
y las estrellas se
transparentan.
Vladimir Nabokov